El despertador sonó a las 07 de la mañana
como siempre y empezó la rutina de todos los días. Lo primero era levantarse
para apagarlo, él sabía que si lo ponía cerca y lo apagaba la próxima cosa que
lo despertaría sería un llamado de su jefe preguntándole si iba a trabajar,
después iba directo al baño a pegarse una ducha despabilatoria mientras prendía
la máquina de café y pulsaba el botón de encendido de la TV. Lo primero que le
resultó extraño era la oscuridad. A esa hora el sol entraba por las ventanas de
una forma invasiva apoderándose de toda la habitación. Quizás sea una tormenta
pero no estaba anunciada, se dijo, estaba entrando al baño cuando desde la TV
escuchó a la movilera de las noticias informando sobre naves extraterrestres
invadiendo el planeta y no tuvieron mejor lugar para empezar que su barrio en
la Ciudad de San Nicolás de los Arroyos.
Se
asomó a la ventana y vió una decena de enormes naves flotando en el aire. Era como si estuviese dentro de una mala
película de ciencia ficción donde los marcianos recorren cientos de miles de
kilómetros para informarnos que si seguimos con las guerras y podando árboles
vamos a terminar con nuestras vidas. Un tipo que viaja desde otra galaxia para
decir algo que lo puede decir tranquilamente una panelista de un programa de la
tarde no es alguien para tomar en serio. O ellos son muy tontos o nuestras
panelistas muy inteligentes.
Se
cambió lo más rápido que pudo, tomó su camara y llamó al canal local para
avisarles que estaba cerca del lugar y que iría a filmar en directo la llegada
de esas naves extrañas. Al pasar por las calles veía a cientos de personas
sacándoles fotos con sus celulares a las naves y subiéndolas al instante a las
redes sociales, necesitaba estar lo más cerca posible. Cien metros antes del
parque donde se habían detenido las naves vió como la gente armaba sus
reposeras y se sentaba a escribir en sus Notebooks y celulares sacándose
selfies con las naves de fondo. Dejó la moto atada a un poste, tomó su cámara y
se acercó tranquilamente. Una de las ventanas de la nave se abrió y un brazo
cubierto de una tela brillante sacó una especie de vaso por la ventana y volcó
su contenido en medio del parque, usó todo el zoom que pudo y vió que lo que
habían arrojado era pasto. Quizás se alimentaban de eso y nos invaden para
adueñarse de nuestro cesped. No puede ser.
Siguió
acercándose lentamente y vió a través de la lente que las inscripciones de la
nave eran en castellano, la ventana desde donde habían asomado el brazo se
abrió nuevamente y se asomó un hombre, uno común y corriente con el vaso en la
mano de nuevo. Cuando le hizo un acercamiento vió que lo que tenía en la mano
no era un vaso sino un mate y que lo que había arrojado por la ventana era
yerba. Se acercó lentamente y lo saludó con la mano, este le repondió y le
gritó: “Bancame que ya bajo!”.
La
puerta principal se abrió y bajó un tipo más argentino que él mismo, le dió la
mano y le extendió un mate recién cebado.
-Che, disculpen la hora. Íbamos a hacer
tiempo por ahí pero estaba lindo para venir a matear al parque antes de bajar a
hablar con Uds.
-Pero, uds son humanos?
-No, ARGENTINOS querido, ARGENTINOS.
Venimos del futuro. Encontramos la forma de volver al pasado pero solo por unas
horas, necesito que grabes este mensaje para que podamos sobrevivir a las
guerras nucleares y civiles. No es muy alentador pero es la lamentable verdad.
-Querés leer algo?
-No, no. Charlemos ahí abajo del arbol, vos
filma. Está bien de azucar o preferís amargo?
-Está bien. Listo, arrancamos. Contame de
donde venís, quien sos..
-Mi nombre es Carlos y soy de acá de San
Nicolás pero vengo del año 2535. Somos casi 50 personas que viajaron pero
cuando me pusieron al mando del viaje puse como condición venir acá a tomar
mate. Quería ver como era este lugar en el 2014.
-Me decís que son los sobrevivientes a
cientos de guerras civiles. Podés contarnos realmente que pasó y cual es el
peligro que corremos?
-Pasó que los recursos se terminaban y hubo
guerras nucleares entre las superpotencias, ellos y sus países limítrofes
fueron los primeros en desaparecer. Después empezaron las guerras civiles en
las grandes ciudades, por comida, por poder, por codicia, andá a saber porqué
pero se armaron ejércitos pagos que se destruían unos a otros por tomar ciudades
que tenían supermercados grandes, shoppings, fábricas, etc. Los únicos que
sobrevivieron fueron los de las ciudades lejanas y tranquilas.
-Entonces nos salvamos por no tener nada?
-No solo eso. Se salvaron por lo que ves...
Mirá la gente. Ves que mientras vienen naves que no se sabe si los van a matar
o tomar de esclavos solo sacan fotos. Bueno, eso los salvó. La estupidez.
Muchas personas lucharon en esta ciudad y en otras del Interior para salvarlos
desde la cultura de eso, pero es imposible, el estúpido es estúpido y al final
lo que nos terminó salvando es que no se quiera la cosa sino el símbolo.
-No entiendo...
-No quieren las mejores zapatillas, se
conforman con subir una foto de las zapatillas. No mueren por conquistar una
mujer, si les gusta una postean una selfie abrazándola y listo. La falta de
codicia de ellos sumado a su conformismo y estupidez salvó a la raza humana, o
al menos a lo que quedó.
-Entonces tenemos que ser así? Conformarnos
con lo que hay?
-No. No dije eso. Déjenlos tener el símbolo.
Es peferible a que se vuelvan codiciosos por la cosa. Pero llénenlos de arte,
de música, de poesías, de letras, eso es lo que enriquece y embellece
realmente, hay mucha gente laburando por eso, no se detengan. En el futuro hay
mucha gente pero de los que saben emocionar hay pocos. En el futuro le pagan
fortunas a un tipo por recitar a Calderón de la Barca. Mi viejo, por ejemplo,
tocando a Verdi nos pagó la carrera a todos.
-Entonces al mundo lo salvaron los adictos
a las redes sociales?
-No! En parte la falta de ambición de ellos
salvó al mundo. Es una realidad horrible, pero es lo que hay. Al mundo lo
salvan los que hacen arte, los que lo embellecen. Los artistas no ambicionan la
cosa, la crean, la transforman, la embellecen. El mensaje es mantengan el equilibrio.
Querés otro mate?
-Dale.
La
charla duró casi media hora más hasta que las naves se fueron. Victor miró a su
alrededor y vió como la gente se acercaba corriendo a sacarle una foto para
postearla. Sonrió a los celulares, tanteó el libro de Galeano que llevaba en el
morral y pensó “listo, el mundo está salvado”.