viernes, 9 de enero de 2015

La creación del personaje

            Hace horas que estaba escribiendo o al menos lo intentaba. Fué hasta la alacena y se puso a buscar los filtros de café esperando que la historia llegue a su cabeza, no recordaba hace cuanto tiempo buscaba un argumento, un personaje o un simple hecho que desencadene una historia. En verdad no recordaba tampoco como mientras pensaba esto había llegado a preparar el café, servirse uno y sentarse a la mesa pero era algo que le pasaba muy seguido, a veces las cosas le sucedían así. Pensaba hacer algo y lo hacía mientras pensaba otra cosa lo que lo hacía temer por su integridad física. Revisaba continuamente las llaves de gas, las luces, puertas, todo. Tenía miedo de que en esos lapsus cometiera un olvido que terminara en un incendio, el departamento inundado, o despertarse en la mañana con la puerta del departamento abierta de par en par y sin algo de valor, por ejemplo las únicas dos tazas que le quedaron de un juego de 6, el sacacorchos antiguo comprado en San Telmo, un cenicero de cerámica enorme que le regaló una ex cansada de rogarle que vacíe el diminuto cenicero que tenía antes y que terminó en el cesto de la basura, o la radio Continental que traía solo AM porque cuando la compró la FM no existía.
            Se sentó en el único sillón que tenía mientras observaba su entorno esperando que la historia  viaje de su cabeza a sus dedos que se encontraban entumecidos en el teclado y se dió cuenta que no solo olvidaba los momentos sucedidos hace instantes sino que tampoco recordaba como habían llegado esas cosas a su poder, simplemente las tenía. No tenía un solo recuerdo de San Telmo aunque si se disponía a escribir una historia que suceda en ese lugar donde supuestamente adquirió el sacacacorchos recordaba cada una de sus esquinas y podía describir cada detalle de la Plaza Dorrego, la calle Defensa, describir sus calles empedradas como si las recorriera diariamente para olvidarse de absolutamente todo al terminar de escribir el relato. Pésimo escritor, pensó, cómo puedo armar una historia si no tengo memoria?. Tenía miedo de empezar a armar una novela policial en la Londres actual y que termine siendo una de piratas. Hasta ahora no le había sucedido, simplemente las ideas le llegaban, como las amistades, las novias, o los problemas. No era de salir mucho pero de repente tenía amigos que lo visitaban o ex novias que no recordaba pero si alguien venía de visita con un buen vino o una hermosa mujer golpeaba la puerta siempre estaba bien dispuesto a sentarse a charlar y recordar viejas anécdotas con una copa en la mano y más si esa noche dormía acompañado.
            El sabía algo y era que a los personajes de las historias los creaba de a poco. No podía hacerlo de un tirón, le gustaba darle vida a todo su entorno, les inventaba una vida real, con recuerdos, con cosas que tengan historia, novias que marquen sus vidas, amigos que hayan vivido momentos que lo hayan marcado, no simples compañías sino compañeros de la vida. Hasta la más simple de las cosas que poseía el personaje tenía que tener un porqué, todo en la historia tiene que tener una historia. Hasta un simple sacacorch...

            No podía ser, abrió el cajón donde estaba el sacacorchos y encontró también un juego de cubiertos comprado en un viaje al Sur que no recordaba haber realizado y que hasta hace unos instantes no estaban ahí. Miró a la pared y de repente, ante sus ojos apareció un enorme reloj antiguo que heredó de su abuelo del que no recordaba nada. Giró por la habitación e iban apareciendo muebles, fotos en la mesada que antes tampoco estaba, un gato durmiendo sobre un enorme sillón que hasta hace unos minutos no poseía y una historia en su cabeza. Todo en cuestión de minutos o segundos. Así creaba un escritor, de golpe, de un tirón, como estaba siendo creado él en ese instante.

2 comentarios:

  1. me encantó Daniel, la seguí entusiasmada y la verdad los personajes a veces terminan siendo un poco nosotros mismos, mutamos en ellos, nos divertimos, lloramos, sufrimos, hacemos cosas insospechadas por nosotros, gracias por compartir

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    1. Muchas gracias Sonia!! En verdad siempre hacemos lo que somos. En nuestras creaciones ponemos todo, lo que nos gustaría ser y lo que no, actuamos como lo haríamos si fuésemos valientes, ágiles e intrépidos y a veces, cosa que hago muy seguido, nos sentamos y le damos vida propia a algo y después nos preguntamos que haría él, no nosotros, sino él.. como si ya no formara parte nuestra. Gracias por el comentario Sonia, un abrazo enorme!!!!

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