miércoles, 7 de mayo de 2014

El Ciclo

             Entró al bar como todas las mañanas y se sentó en la mesa de siempre. Saludó con una sonrisa al mozo y sacó su agenda y su Smartphone para empezar a organizarse cuando la vió a ella en la mesa contigua. No podía ser tan hermosa, ni siquiera la tristeza que emanaba de sus ojos opacaba el brillo de su rostro. Estaba con un codo sobre la mesa y se pasaba una mano nerviosa por la cabeza mientras que con la otra sostenía un libro de poesías abierto. Estaba buscando una excusa para hablarle cuando vió que una lágrima se asomaba de sus ojos. Tomó un pañuelo de papel y se lo alcanzó sonriéndole..
-Hola, tomá, me encantaría saber que estás leyendo. Debe ser bueno..
-Gracias. No, es malísimo..
-Las lágrimas dicen lo contrario..
-Las lágrimas dicen que mi novio es un estúpido, con un tipo así cualquier libro te hace llorar, disculpame - Se limpió las lágrimas y cuando levantó la vista el estaba parado delante suyo.
-Puedo desayunar con vos? Son 10 minutos y me voy, tengo que ir a trabajar.
            Ella sonrió por lo osado de la propuesta y se dejó llevar, era simpático, atractivo y educado.
-Sentate, pero no pediste nada todavía
-No hace falta, desayuno siempre lo mismo..
            Cuando terminó de decir eso el mozo estaba poniendo delante de él un cortado, dos medialunas, jugo exprimido y un vaso de agua sin gas. Ella le contó que estaba cansada de salir con un inmaduro, que había dejado de ser la pareja para ser la madre del novio, él no tenía responsabilidades y lo echaban de todos los trabajos, no rendía los exámenes de la facultad, no respetaba horarios. Había confiado en el amor de ella y se había descuidado totalmente. Quería un hombre, no un hijo. Alguien que la cuide y la valore, quería sentirse una mujer amada y respetada.. El miró su reloj, sacó dos billetes los puso encima de la mesa, le tocó la mano y le sonrió.
-Sos hermosa y no quiero perder la oportunidad de verte de nuevo. Te cuento, desayuno todos los días a las 07:35 hasta las 8 que entro a trabajar y almuerzo desde las 13:10 hasta las 14. Te dejo mi tarjeta, ahí tenés mi dirección, celular, mail, todo.. No sé como ubicarte pero de ahora en más voy a estar esperándote en esta mesa todos los días.
            Le dió un beso en la mejilla, miró el reloj de pared del bar y se fué poniéndose el saco. Eso  era lo que ella buscaba. Un tipo seguro que tenga confianza en si mismo, que a pesar de lo que se le cruce respete sus responsabilidades. Que desayune sano y no lo que queda de la cena y que sea elegante. Un hombre, no un pibe de 30. A las 13 ella lo estaba esperando. Hubiese venido antes pero se entretuvo despertando al ahora ex para explicarle que esto no daba para más.
            Desde el primer día congeniaron en todo, acomodaron horarios para verse, para ayudarla a ella en los parciales, para ir al cine, todo. Él estaba en su mejor momento en el trabajo y el poco tiempo que le quedaba se lo dedicaba a ella e hizo lo peor que podría haber hecho, enamorarse, eso le hizo perder la cabeza. A la semana de empezar a salir olvidó la billetera y ella pagó su desayuno y almuerzo. Después empezó a sentir el cansancio y se quedó dormido, no pudo desayunar con ella y para recuperar el tiempo perdido se quedó trabajando en la hora del almuerzo. La llamaba varias veces al día lo que hizo que descuide su desempeño en la oficina. Traía el trabajo a casa para recuperar lo que no hacía durante el día pero se entretenía con ella y perdió el ascenso. Empezaron a discutir y el empezó a descuidarse.
            Un día entro al bar a las 07:50 y ella no estaba. El mozo le sirvió el desayuno y le entregó un papel que ella había dejado, lo abrió y en el decía:
                                                No sos el tipo que conocí.. chau.
            Se abandonó totalmente. Sin ascenso y sin la mujer que amaba no le importaba nada. Un día entró al bar totalmente desaliñeado, con una barba de días, una mochila en lugar de un portafolios y se pidió una cerveza. De una mesa cercana una chica lo vió enseguida. Eso es un hombre, se dijo. No le importa la ropa, la presencia, nada, y desayuna cerveza y no esa mariconada de tostaditas con jaleas y una lágrima. Le sonrió cada vez que él la miraba hasta que terminaron hablando en la barra hasta que de la oficina lo llamaron para preguntarle si hoy iba a trabajar.
            Él se enamoró perdidamente de nuevo.. Recuperó la confianza en si mismo, volvió a los trajes, recupero el puesto y hasta consiguió el ascenso. Un día entró al bar puntual, a las 07:30, se sentó en la mesa de siempre, sacó su agenda, el smartphone y colgó el saco en el respaldo de la silla de siempre. El mozo se acercó, le dejó el desayuno sobre la mesa y un papel doblado que decía
                                                No sos el tipo que conocí... chau.


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