Se crió en una casa donde las frases más
comunes eran: “Decile que no estoy”, “Mañana le pago” o “No me avisaron que
pasaste ayer”. Aprendió a machetearse antes de aprender los verbos, a coimear a
un agente antes de manejar, a pagar por sexo antes de que le importe y a hacer
echar empleados antes de tener un cargo.
Para
estudiar su carrera en la facultad hizo embargar a sus padres, para conseguir
el amor de la mujer que deseaba hizo golpear a su novio y para conseguir su
título pasó un sobre importante.
Le debía a cada Santo una vela y las pocas
que puso nunca las pagó. Vió una oportunidad de hacer una carrera política y
prometió igualdad, escuelas, empleo, mejoras y humildad, antes de prometer esto
último puso los bienes a nombre de su esposa.
Los
empresarios que hablaban con él sabían que una de las mayores preocupaciones de
ese gobierno era el cuidado del medio ambiente, pero por un buen porcentaje él
te dejaba contaminar la otra mitad. También sabían que les gustaba el perfume
francés, la seda china y las alfombras persas, pero las prostitutas podían ser
de cualquier país.
Iba
a los colegios a repartir guardapolvos o útiles pero cerca del mediodía porque
por las mañanas las aulas eran muy frías y también a los hospitales a inaugurar
salas nuevas que salían lo mismo que la reforma del baño de su oficina.
Un
día iba caminando a su despacho y se dió cuenta que sus pies no tocaban el
suelo, pensó que había muerto y que él era su alma, pero la gente lo miraba y
lo saludaba. Era algo imposible. No puedo flotar y que a la gente no le
importe, se dijo. Trató de llamar la atención pero no lo logró.. Nadie se
asombraba, la unica ley que le faltaba quebrar era la de gravedad.
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